Tras la derrota con Central, marcaba aciertos y errores, pero sobre todo, puntualizaba en éstos porque su modificación, nos permitiría alcanzar el triunfo.

En un marco imponente, en la re-inauguración del estadio –tema sobre el cual me voy a referir en el correr de la semana, pero del que les anticipo mi opinión, “quedó muy bien”- Gallego realizó una serie de modificaciones que se ajustaban a nuestro pedido: sumó a Vittor en lugar de Godoy, confirmó a Mancuello y ocasionalmente a Patito. Desde el desorden o desde el mérito de las individualidades, se llegó al triunfo, con el sufrimiento final. Bien valían los tres puntos y los cambios.

Ayer, con una actitud mucho más ofensiva que la habitual, y con un estado del campo de juego bastante malo, Independiente no tuvo las individualidades encendidas, más allá de que mereció bastante más, y debió conformarse con una derrota. Esta llamada de atención debe generar dos autocríticas, una de ellas ya señalada en el último post.

En primer lugar, hay que empezar, dado que se vislumbra cierto entendimiento entre los jugadores, en trabajar más la idea de conjunto, las líneas deben estar más asociadas, y debemos ser menos arriesgados en defensa.

En segundo y último lugar, ya lo había dicho, hay que trabajar al árbitro: San Lorenzo lo hizo y… Central lo hizo y…. Ayer el propio Gallego reconoció que Burru se parló al línea. Sino Furchi u otros seguirán pensando: “Estos b… de Independiente no se quejan, cobremos, levantemos la bandera que no pasa nada”.

Párrafo aparte: No sirve de nada motivar a Mancuello reprendiéndolo todo el partido. Pero si ese es el estilo, también habría que reprender a otros jugadores con más trayectoria, que en el partido de ayer pasaron desapercibidos.

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